Como no podía ser de otra manera, la palabra “briefing” tiene una procedencia militar. En el ámbito de la publicidad, es el punto de inicio, el km 0, la “démarche”. Alguien quiere comunicar algo.

De la agencia de comunicación, la productora o el creativo publicitario se espera un “contrabriefing”, un documento concreto que dé respuesta a las necesidades y a los objetivos expresados por el cliente a partir de un determinado presupuesto.

La aceptación por parte de las dos partes contratantes tanto del protocolo de trabajo como de las decisiones creativas contenidas en el “contrabriefing” darán pie a una acción o a un plan de acciones que desarrollen la estrategia comunicativa.

Ésta es la teoría y en la mayoría de los casos es la práctica. La realidad es que muchas veces el punto de partida contenido en el “briefing” es demasiado genérico o difuso. En mis años de experiencia en el sector de la comunicación he constatado que, cuánto más tiempo invierte el cliente en perfilar los objetivos comunicativos del “briefing”, más capacidad imaginativa y ejecutiva serán capaces de desarrollar los creativos.

A mi entender, esta reflexión es especialmente pertinente en el ámbito de la comunicación turística. Cada establecimiento tiene identificado el segmento de mercado donde quiere incidir y, cuánto mejor perfile el retrato de su cliente ideal, mejor expresará lo que quiere comunicar. En consecuencia, más eficiente será la estrategia comunicativa que se derivará de su “briefing”.

Eficiencia. He aquí uno de los pilares de todo acto comunicativo.